Caso: El Carmelo
Resumen del caso El Carmelo
Referencia: Diario de Sesiones del Parlament de Catalunya Serie C – Número 181
La noche del 25 de enero de 2005, las 12 familias que vivían en el número 10 del pasaje de Calafell, en el barrio del Carmel, tuvieron que salir de sus casas con lo puesto. Se trataba de un desalojo «preventivo» a causa de «un desprendimiento en las obras del túnel de ampliación de la línea 5 del Carmel. 48 horas después, la tierra se tragó un garaje situado pared con pared con esa finca y empezó el tormento del Carmel.
241 comercios se vieron afectados por la crisis, 71 de la zona evacuada y 170 del área de influencia. Muchos tuvieron que cerrar y otros vieron como el negocio se venía abajo por la recesión en la que cayó el Carmel. Los alumnos de dos escuelas tuvieron que ir a otros centros.
El equipo jurídico de BPP expertos en derecho civil asumió la defensa de los afectados y se ayudó del departamento económico.
La reclamación de responsabilidad civil en el caso de los habitantes de las viviendas, se basaba en la compensación de los daños morales ocasionados por el siniestro y los perjuicios económicos causados.
Los baremos de valoración no eran los mismos para los habitantes de viviendas que para los comercios.
El barrio del Carmel de Barcelona, está construido en la falda de la montaña del mismo nombre.
A principio del siglo XX era una zona de veraneo junto con el barrio de Horta. Con la inmigración de los años 1960, los nuevos residentes autoconstruyeron sus viviendas, sobre una superficie irregular, que en muchas ocasiones se rellenaba con los restos de anteriores construcciones.
Lo empinado de sus calles y la escasez de transporte público, limitaba el desarrollo económico del barrio poblado por una clase trabajadora de origen gallego y andaluz, principalmente.
Las múltiples reivindicaciones por parte de las asociaciones de vecinos y comerciantes consiguieron que por fin el metro llegase al barrio.
Los promotores no dieron la importancia necesaria a la composición del subsuelo, relleno de runa y de cascotes de construcciones antiguas.
Además, hubo un exceso de contratas y subcontratas de empresas para realizar los diferentes trabajos, cuyos operarios en algunas ocasiones no conocían ni el idioma.
La cadena de errores llevó al colapso del túnel a la altura de la calle Sigüenza entre el pasaje Calafell y la calle Conca de Tremp.
La tierra se tragó un edificio destinado a garaje, en el que no vivía nadie, pero descalzó los edificios colindantes y precipitó el movimiento del resto de fincas, con peligro de derrumbe.
El desalojo se hizo de inmediato pudiendo sus habitantes únicamente recoger sus enseres más personales.
El realojo de las familias inicialmente en hoteles y más tarde en viviendas “puente” hasta su vivienda definitiva, duró en algunos casos hasta 24 meses.
Los negocios, no solo habían perdido casi dos años de facturación, también habían perdido un % muy alto de clientes, porque o no volverían al barrio o tardarían mucho en volver.
En la defensa y negociación, participamos con otros despachos. La organización de los clientes, captar las necesidades individuales a la vez que las colectivas, para establecer una línea estratégica de negociación que beneficiase al máximo los interés de los afectados, fue muy complicado.
Había que calmar el miedo e incertidumbre de los clientes, debíamos coordinarnos con los diferentes profesionales y además no había parámetros jurisprudenciales que nos ayudasen. Para todxs era una novedad.
Supimos trabajar en equipo, negociar con los organismos competentes. La Generalitat y el Ayuntamiento de Barcelona, nombraron un grupo gestor con el que establecimos un acuerdo marco para cada tipo de afectado, que se concretó posteriormente en la solución específica de cada caso.
Nosotros, de nuevo, aportamos nuestra visión holística de solución de conflictos: el método circular BPP.
Los afectados habían perdido:
Resultado del caso El Carmelo
Tras dos meses de intensas reuniones de negociación y horas y horas de visitas, consensuamos un acuerdo marco en el que se recogían el tratamiento de las diferentes afectaciones:
Y respecto a los honorarios profesionales, conseguimos que las compañías de seguro se hicieran cargo de ellos.
Con la defensa de este caso, en la que yo, Carmen Pérez-Pozo, participé en primera línea, entendí la necesidad de la gestión emocional de los afectados para conseguir el propósito de la reclamación. Es el origen de la futura figura de la e-driver (conductora de emociones).
Las indemnizaciones han sido las más altas conseguidas y más rápidamente cobradas, optamos por la vía de la negociación y aquellos que optaron por la vía judicial no obtuvieron tan buenos resultados.
Ayudamos a compensar la pena por las pérdidas con los mejores resultados económicos posibles.